27/9/12

10 artistas para entender L'Art Brut de Dubuffet


Empecemos por el principio. En el contexto de la Europa de la Segunda Posguerra [aquí tenéis el equivalente Norteamericano] surgió una especie de corriente artística: L'Informel o Informalismo que, a grandes rasgos, continuaba el proceso histórico de disolución de las formas iniciada con el expresionismo abstracto de Kandinsky, añadiéndole un componente crítico hacia la abstracción geométrica y los colores primarios, cercanos a una racionalidad tecnológica que había hecho posible las guerras.

Las dictaduras europeas fomentaban un "Arte de Vanguardia" realista, con temas de glorificación del estado, de ahí que se gestara una especie de "antiacademicismo" que defensaba unas prácticas artísticas situadas la margen de los patrones culturales y fuera de los circuitos artísticos profesionales.

Jean Dubuffet (Le Havre, 1901 - París, 1985) encontró en las creaciones de personas aisladas - ancianos solitarios, pacientes de hospitales psiquiátricos, niños criados en hospicios, etc., que en nignún caso buscan el reconocimiento de su obra por los demás -, un arte libre del peso de las referencias culturales, producido en un estado primario de intensa conexión con su inconsciente y que exteriorizaba la subjetividad a través de un gesto completamente espontáneo, casi irracional.

"L'art ne vient pas coucher dans les lits qu'on a faits pour lui; il se sauve aussitôt qu'on prononce son nom: ce qu'il aime c'est l'incognito. Ses meilleurs moments sont quand il oublie comment il s'appelle." (Jean Dubuffet, 1960)


Tal fue la pasión que Dubuffet puso en estudiar el que resolvió llamar L'Art Brut que, junto a André Breton y Antoni Tapies, fundó la Compañía del Art Brut, una colección de obras "extraordinariamente inventivas y que con una observación más detallada  se descubren como de las más lucidamente acabadas, de las más metódicamente construidas y administradas que conocemos".

Sobre la base de esta colección particular, se creó en 1976 la Collection de L'Art Brut con sede permanente en Lausanne (visita obligada si visitáis esta bonita ciudad suiza), de la que he seleccionado una serie de creadores representativos de esta interesante manera de mirar el arte.


Madge Gill, "Sin título" (1922)

Madge Gill (Londres, Inglaterra, 1882 - 1961)

Criada en un hospicio inglés, fue enviada a Canadá para trabajar como sirvienta y volvió a la isla británica alrededor de los 20 años para vivir con su tía, quien la introdujo en el mundo de la astrología y el espiritismo. A los pocos años, se casó con su primo con quién tuvo 3 hijos, uno de los cuales murió de gripe española y otro nació muerto, causándole una grave enfermedad que la postró en cama durante meses y le privó de la visión de un ojo.

A raiz de estas pérdidas, empezó a dibujar, escribir y bordar, según unos patrones guiados por un espíritu a quien ella llamaba "Myrninerest" (mi reposo interior), en unes especie de "trabajo de medium". Gill trabajaba siempre de noche, a la luz de una lámpara de aceite, sobre cartón o papel en formatos muy diversos, trazando obsesivamente con tinta china o bolígrafo el rostro de una mujer cubierto con sombrero e inserido en arquitecturas imaginarias. Un rostro de mujer que, mostrándose en humores distintos, remite a sí misma o a su hija perdida.


Aloïse, "Napoleón III à Cherbourg
(1952 - 1954) · Nek Chand, Figura
del "Rock Garden" (1958) · Émile
Ratier, "Sin título" (1966)
Aloïse (Lausanne, Suiza, 1886 - 1964)

Costurera de profesión y cantante de vocación, consiguió un puesto de institutriz en la corte de Guillermo II, el amor obsesivo y onírico por el cual la llevó a ser diagnosticada como esquizofrénica e ingresada en un hospital psiquiátrico tras su vuelta a Suiza debido al inicio de la Primera Guerra Mundial. 

Fue en el sanatorio suizo donde empezó, en secreto, a escribir poesía y a dibujar con lápiz, tinta y materiales poco convencionales - tizas, jugos de hojas y pétalos o pasta de dientes sobre papel de libreta o de embalar, sobres, trozos de cartón o reversos de calendarios -.

Estas obras - que desarrollan un riquísimo imaginario personal de príncipes, princesas y heroínas históricas en el elegante contexto de las cortes europeas - despertarían el interés de sus médicos, quienes las pondrían en contacto con Jean Dubuffet.


Nek Chand (Berian Kalan, Pakistán, 1924 - )

A raíz de la Partición de la India (1947), emigró con su familia a Chandigarh, India - una ciudad que estaba siendo rediseñada como una utopía moderna por Le Corbusier e iba a convertirse en la primera "ciudad planificada" de la India -, y empezó a trabajar como inspector de caminos para el Departamento de Obras Públicas del gobierno.

Tras una visión en sueños en 1958, empezó a limpiar un terreno en las afueras de la ciudad, donde (según su sueño) en otros tiempos había existido un glorioso reino. Paralelamente, empezó a recolectar grandes piedras y materiales de desecho para construir, durante su tiempo libre, el Rock Garden (Jardín de Piedras), un territorio que a día de hoy tiene más de dos hectáreas, poblado de cientos de esculturas alineadas en terrazas, porches, cataratas y caminos.

En 1972, el gobierno local descubrió el sitio, y contribuyo en su desarrollo financiando a Chand, que se rodeó de un equipo de colaboradores.


Émile Ratier (Soturac, Francia, 1894 - 1984)

Hijo de una familia granjera, después de la primera guerra mundial se dedicó al comercio de madera cortada hasta que, de una manera gradual y a la vez que padecía una depresión, fue perdiendo la vista hasta quedarse completamente ciego.

Fue en este período que empezó a trabajar su propia madera para construir unas estructuras animadas con mecanismos y sonido. 


Vojislav Jakic, "Les effrayants insectes
cornus" (Los asustadizos insectos
cornudos, 1970) · Michel Nedjar, "Sin
título" (1981)
Vojislav Jakic (Macedonia, 1932 - 2003)

Hijo de un sacerdote ortodoxo y miembro de una familia humilde y extremadamente estricta, se trasladaron a un pequeño pueblo de Serbia, donde ayudaba económicamente a su familia pintando retratos de recién fallecidos. A los 20 años, y después de perder a sus hermanos, se trasladó a Belgrado para recibir clases de pintura y escultura y empezó a crear su propia obra. Cinco años más tarde, regresó a Serbia, para malvivir junto a su madre y su abuela. Tras un corto matrimonio, volvió a trasladarse a Belgrado, donde se casó por segunda vez y desarrolló su obra de una manera más continuada.

En la década de los 70 escribió una autobiografía semi-fictícea llamada "Nemanikuce" (Sin hogar), en la que indagaba el tema del dolor y el sufrimiento que marcaron su infancia. Por aquel entonces, sus obras eran ya de gran formato, construidas a base de texto y diminutos dibujos de seres oscuros, oníricos y demoníacos. Sus composiciones complejas ofrecen diversos niveles de lectura y son descritas por el propio artista como "depósitos sedentarios de sufrimiento".


Michel Nedjar (París, Francia, 1947 - )

Hijo de una familia judía de padre argelino y madre polaca, buena parte de su familia desapareció en los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial.

Ya de niño, jugaba con las muñecas de sus hermanas y empezó a obsesionarse con las telas, y a los 14 años entró como aprendiz en una casa de confección. A raíz del servicio militar, y durante muchos años, viajó por África, Asia y América del Sur, donde entró en contacto con los encantamientos hechos con muñecas mágicas. Tras su vuelta a París empezó a crear sus muñecos - fetiche, hechas con trapos y bolsas de plástico que viste con plumas, trozos de madera, pajas, cordeles o conchas impregnadas en baños de tinta, tierra o sangre.

Desde la década de los 80, su imaginario gira alrededor de los cadáveres quemados y cuerpos mutilados. Actualmente vive en el barrio de Belleville de París, donde continua su producción.


August Walla (Viena, Austria, 1936 - 2001)

Criado por su madre y su abuela tras la muerte de su padre, a la edad de 16 años prendió fuego a la vivienda familiar y amenazó con suicidarse. Hechos que le llevaron a ser diagnosticado de esquizofrenia e ingresado en una institución mental en la que, después de muchos años, se convirtió en residente de la Haus der Künstler (Casa de los artistas) vinculada al hospital.

Las obras de Walla empezaron siendo una especie de amuletos hechos a partir de desechos con inscripciones en varios idiomas (a veces inventados a través de la combinatoria) y dibujos, que le protegían de lo que más temía: la muerte, Dios, el diablo y el mismo hombre. De los pequeños tótems pasó al gran formato: paredes, muebles, suelos; y en la casa de artistas creó obras inmensas con un elevado contenido simbólico referente a una mitología completamente personal de guerras, identidades sexuales y creencias religiosas.

August Walla, "Götter" (Dioses, 1986)

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Paul Amar (Argel, Argelia, 1919 - )

Nacido en Argelia, a la edad de 17 años se trasladó a París para aprender el oficio de barbero. Fue soldado durante la Segunda Guerra Mundial y, al finalizar ésta, se casó, tuvo dos hijos y regresó a Argelia para trabajar como taxista. Durante la Guerra de Argelia (1954 - 1962) fue repatriado a la capital francesa.

A los 55 años, Amar tropezó con una tienda de souvenirs hechos a base de conchas y desde ese momento empezó a trabajar en unos cuadros tridimensionales hechos con este mismo material. Tanto él como su mujer, consumen marisco sin parar, para proveerle de material suficiente para montar, en una pequeña habitación de su apartamento, unos cuadros hechos a partir de mejillones, caracoles, corales y erizos de mar pegados y pintados en acrílico o esmalte de uñas; a los que posteriormente monta en cajas retroiluminadas que generan un ambiente casi sagrado.


Paul Amar, "Le Grand Chef avec les six Totems" (2000) · Eugenio Santoro, "Sin título" (2000) 












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Eugenio Santoro (Lucania, Italia, 1920 - 2006)

Carpintero de profesión, luchó en Albania y Grecia en la Segunda Guerra Mundial, donde fue preso y deportado a un campo de trabajos forzados alemán en el que estuvo dos años. Unos años después de la vuelta a su país, por motivos económicos, emigró a Suiza, donde trabajó como obrero.

En este nuevo contexto, Santoro empezó a dibujar obsesivamente y a tallar esculturas de madera, afición a la que se dedicó íntegramente tras su jubilación. Su imaginario está compuesto por figuras de una gran expresividad, talladas a tamaño natural, en una besante figurativa del Informel en la que la figura humana se asemeja al monstruo.


Kunizo Matsumoto, "Sin título" (2004)
Kunizo Matsumoto (Osaka, Japón, 1967 - )

Matsumoto asistió desde 1985 a un taller creativo para discapacitados mentales, trabajando a la vez como lavaplatos en el restaurante de sus padres. En este contexto, y a pesar de no saber escribir, desarrolla un especial interés en la caligrafía y su producción artística se centra en la replica de los símbolos que los camareros del restaurante hacen sin parar en pequeñas hojas.

Así, a partir de la acumulación de papeles con ideogramas impresos, desarrolla historias personales con ideogramas nuevos, y rellena obsesivamente con estos dibujos papeles impresos a los que da una nueva vida.


Otra interesante creadora que encontramos en la Colección de Lausanne es Judith Scott, a quien @eldadodelarte dedica un muy buen post. Además, si os interesa el tema, dí con el blog "Otras voces del ver" que aborda estas prácticas artísticas periféricas la mar de bien.


5/9/12

Notas sobre la Propiedad Intelectual. #cursolibrebus


Infografía handmade sobre la Propiedad Intelectual realizada a partir de la información de la Clase 1 del curso "Arte y cultura en circulación. Introducción al derecho de autor y las licencias libres" de @articaonline, escrito por @scannopolis.


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La Propiedad Intelectual abarca conceptos amplísimos, desde las patentes de los inventos, hasta los derechos de autor. Resulta, por lo tanto, un "cajón de sastre" en el que, a partir de la década de los 70, se han hecho encajar regulaciones con orígenes, historias y evoluciones muy distintas (Richard Stallman es uno de los principales detractores de esta clasificación coloquial).

Aceptando la definición estandarizada de la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual), que divide la Propiedad Intelectual entre Propiedad Industrial y Derechos de Autor y conexos, y centrándonos en éstos últimos, se definen los Derechos Morales y los Derechos Patrimoniales como elementos de vinculación entre Autor y Obra, a la vez que como sistema de regulación jurídica sobre los Bienes Intelectuales (obras Científicas, Artísticas y Literarias).

Por su lado, las características de dichos Bienes Intelectuales (son, esencialmente, abundantes, acumulables y no rivales) apuntan a un sistema de regulación que, más allá de centrarse en la explotación económica de la obra (en esto consisten, fundamentalmente, los Derechos Patrimoniales), apunte a la construcción cooperativa de un conocimiento colectivo. Este aspecto de la regulación de los Bienes Intelectuales es el que defienden los seguidores de la filosofía Open Data y en el que se basan también las Licencias Libres como Creative Commons.

Con el advenimiento de Internet y más concretamente de la web 2.0, autores y artistas se encuentran con la posibilidad de ocuparse ellos mismos de la difusión de su obra. Y en este contexto, el papel del editor se pone inevitablemente en entredicho, surgiendo una necesaria reflexión sobre el aspecto imperativo que ha tenido hasta el momento la protección de los Derechos Patrimoniales en los Bienes Intelectuales.